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Sistemas de dieta

La pérdida de peso necesitaba ser algo que ocurre mientras continúa con su vida. Pero también es verdad que cambiar su relacióg con la comida puede hacer que su vida sea más rica de distintas maneras del que vive con un sistema de vive sin ansiedada facilmente. No pierde solamente kilos; es el equipaje de estar atado a una «dieta», o de sentir que debe evitar determinadas situaciones, o que debe privarse de las cosas que adora.

Cuando tenía 26 años, Mary era una de las personas más tímidas que han entrado en mi consulta. Callada, modesta, introvertida, se unió a uno de los grupos de ayuda y casi nunca decía nada. En privado, empezó a visitar a un psicólogo para tratar su peso y contrató a un entrenador personal para trabajar con ella en casa.

aprender a perder peso

Lo que gana, a menudo, es llegar a conocer su yo real

Poco a poco, Mary cambió más aspectos de su relación con la comida tras conocer la dieta de la piña: el peso empezó a desaparecer para el que vive sin ansiedad. El ejercicio empezó a surgir efecto, tonificando y modelando sus músculos. La terapia empezó a dar frutos, también, a medida que Mary empezaba a sonreír en el grupo de apoyo, y a reír a carcajadas. Y a medida que Mary empezó a ver los resultados, el mundo empezó a ver a la Mary real. Esta persona que había sido tímida comenzó a aventurar comentarios divertidos y simpáticos. Cuando su apariencia cambió, empezó a recibir cumplidos, y pronto se compró ropa nueva. Dejó su régimen de ejercicio en la privacidad de su casa y se apuntó a un gimnasio, donde hizo nuevos amigos —¡aunque el deporte que practicaba era boxeo! En el trabajo, fue promocio- nada a un empleo de más responsabilidad, por más dinero, y con viajes a destinos exóticos. Hoy en día, casi con 10 kilos menos, a Mary le parece fácil salir, escuchar a los demás, afrontar los problemas y encontrar soluciones. De la misma manera, se ha hecho responsable de sus elecciones alimentarias y de su manera de comer.

UNA NUEVA VIDA

Cuando Philip vino a verme por primera vez, tenía 76 años y acababa de perder a su mujer a causa de un cáncer. Su sufrimiento pagó peaje a su cuerpo. Philip estaba redondito y, evidentemente, tenía más peso del que le hacía sentir bien. Su cara mostraba el pasado, y se movía con dificultad, como si llevara el peso de su tristeza para que vive sin ansiedad como el que no conoce una dieta de la pìña. Además, tenía gota, diabetes, una enfermedad cardíaca y el colesterol alto.

Philip sólo tenía una petición: «Sólo me quedan 2 años —me dijo— y me gustaría pesar unos 5 kilos menos por entonces». Estaba tan convencido del tiempo que le quedaba que, inicial¿||’ente, rechazó un examen físico. «No vale la pena —dijo—. Sólo estaré por aquí 2 años más.»

Esto ocurrió hace 10 años. Ahora, Philip empieza su día con una caminata ligera —en el exterior o en su edificio. Después, como un antiguo hombre de negocios, es voluntario colaborador en empresas que empiezan y, además, ha perfeccionado sus habilidades informáticas. La mayoría de noches sale, a un concierto o al teatro o, tal vez, a cenar con los amigos olvidandose por un momento de la dieta de la piña. Por supuesto, Philip perdió el peso que quería —de hecho, perdió casi el doble. Lo que ganó, sin embargo, no fue nada más que un nuevo inicio de una nueva época de vida.

 

 
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